Un nuevo planteamiento —luminoso si se quiere— para la literatura de duelo: un libro sobre la forma en la que la vida continúa tras la muerte, y el recuerdo se construye.
Se llamaba Jero. Tenía veinte años. Murió en accidente de tráfico un día de verano. Estos poemas abordan su historia, o más bien la de quienes permanecieron tras su pérdida, en la voz —en los poemas— de uno de sus amigos más cercanos. Y sin embargo Redención no se entiende como libro de duelo, como despedida o como planto, sino que apuesta por todo lo contrario: contar la vida. Contar la vida en toda su amplitud, en los detalles cotidianos sobre los que se sustenta el recuerdo, y contar la vida desde la responsabilidad de que el lenguaje crea y recrea: que fija la memoria, y la consuela.
Redención habla sobre lo que ocurrió y lo que no llegó a ocurrir. Plantea hipótesis, escenarios alternativos para ese día y para los que siguieron. La vida es lo que importa a David Refoyo, que indaga poemario tras poemario en los mecanismos que construyen el presente: la disección de la identidad global desde el lenguaje publicitario en Odio, la tensión entre lo humano y lo tecnológico en amor.txt, la posibilidad de una genealogía propia —vital y cultural— en Donde la ebriedad. Redención aclara su lenguaje, lo baja al suelo con manchas y aspereza, responde a esas «viejas preguntas» que encantaban a Anne Carson.