Y papá siempre lo ve todo. Desde allí, desde el agua, papá siempre se ve borroso y lejano, pero el niño reconoce la expresión de su cara y a veces querría que la clase de natación durara más. Lo bastante para que pase algo bueno, para que papá se olvide de que el niño ha metido la pata.
Estoy satisfecho, dice por fin.