Agua —dice— aire, tierra, fuego. Los textos aquí incorporados, su imaginario, pertenecen a aquel cúmulo que se instala en la memoria cultural. Escritos en tiempos prehispánicos o un poco más tardíos, traducidos luego, son la base con que la autora diseña el perfil de sus animales improbables. Este término es fundamental. Apunta a la existencia material de aquello que se sitúa en los bordes de lo que llamamos realidad. Figuras desviantes de un patrón conocido, el imaginario de nuestros orígenes culturales es buscado, leído, observado, poetizado aquí con maestría. Régimen diurno y nocturno, su diferenciación nos da luces sobre nuestra pluralidad.