El mejor profeta del futuro es el pasado, las crónicas de El derrumbe de los ídolos confirman esta máxima. De Mauleón ha demostrado que el porvenir de la Ciudad México puede encontrarse en las fiebres mortales de 1918, cuando se extendía en las calles el miedo a la gripa española; en un día de octubre de 1913, cuando se decidió el futuro de Belisario Domínguez; en una tarde lluviosa de 1928, cuando Emilio Carranza se convirtió en el primer piloto mexicano; en los días funestos de 1922 en que estallaron las bombas de agua de la Condesa y la ciudad se moría de sed; en la noche en que a una voz fantasmal salida de un cubo de madera se le llamó radio. Estas aceradas páginas de historia cultural, vida cotidiana y prosa envolvente proponen que nuestro pasado puede ser el prólogo de los sueños de la ciudad