—No veo el momento de estar solos tú y yo, bombón.
Incapaz de respirar, Gema parpadeó, y tras dejarse besar, algo que le gustó mucho, preguntó:
—¿Por qué te empeñas en llamarme continuamente bombón?
La miró, ufano, y susurró en su oído:
—Porque eres dulce, tentadora y tienes un sabor maravilloso.