Vikinga Bonsái o Bombay
Por Ana Ojeda
La novela de Ana Ojeda es una delicada experimentación con el lenguaje, que recorre lugares del pasado como cuando dice “cachivache” o “se hacen las sotas”, el uso de neologismos como “dueño menefreghista” o “televisor con devedera”.
Destaca el uso del así llamado “lenguaje inclusivo”, y el constante presente en la vida de los personajes. Casi no hay referencias al pasado, y el futuro es muy cercano: el posible arribo de Maridito un lunes.
No es menos cierto que la observación, la ironía, el humor y a veces cierta desesperanza están a la orden de casi cualquier párrafo. Por ejemplo este:
“Arreglan: la SUBE de Gregoria Portento en préstamo para ir y volver, a cambio de la socialización de Lepanto, alegre salchicha de brillante pelaje, sorpresa para cuando lleguen les chiques de vuelta de la escuela. #quedamosasí”
Dos comentarios finales: el nombre Lepanto para el perrito de Pia es una genialidad, aunque también hay que decir que a veces es salchicha y a veces es caniche. Los une el checheo, eso es verdad.
Y los “hash-tags” usados sin reparo son otra genialidad que resume situaciones imposibles de la novela tanto como el exacerbado uso de los susodichos signos en cualquier publicación de red social que se precie.
Conclusión: lean Vikinga Bonsái, no os arrepentiréis.