Análisis de Conducta, Análisis de Redes Sociales, Sentiment Analysis, Minería de datos, Escucha activa, Big Data... los nombres no son neutros ni descriptivos, sino todo lo contrario. Cada vez que escribimos algo en un buscador, creamos un usuario en una red social o mandamos un correo por Gmail, aceptamos que la empresa responsable venderá nuestros datos a terceros para hacer cosas con ellos que no sabemos ni nos imaginamos, sin necesidad de autorización, a menudo en lugares donde la ley no nos protege. Nuestros datos cambian de manos a gran velocidad, casi siempre por dinero, a veces por descuido y, en el peor de los casos, por la fuerza. Porque nuestra secretaria es eficiente pero no siempre discreta y hay un número creciente de criminales que se interesan por nuestros números de tarjeta, transacciones bancarias y cartillas médicas.
Todo esto es capitalismo, pero ahora sabemos que también hay conspiración.