A los quince años mi vida era un completo desastre. Murió mi perro, me quedé sin escuela, mi novia me dejó, me rompí una mano y, para colmo, heredé una propiedad embrujada. Sí, un lugar con todo y fantasmas, además de un catálogo de cosas paranormales. Maravilloso, ¿no? ¡Era lo único que me faltaba! Terminar mi vida como nini y cazafantasmas.