Se trata de una novela narrada en tercera y primera persona. La cual gira, o eso pudiera asumirse, en torno a una o a muchas fiestas; aunque, en realidad, evidencia la soledad de un personaje, el narrador principal, y los personajes que lo rodean, como Rodrigo, Estefanía. Como lo ha dicho el autor, Miguel Cane, las personas que se sienten solas tienden a buscar una fiesta y otra, esto es, socializar, relacionarse. Porque es, también, por medio de los otros que vamos reconociendo quiénes somos; porque, en la acción, en ese conocer al otro, habrá una reacción, una respuesta, que nos arrojará un quiénes somos. La narración de Todas las fiestas sucede como una clara primera persona que se observa, un subconsciente externalizado, quedando al mismo nivel, en cuanto a porcentaje de narración y a la forma en que es presentado este contenido, junto con la tercera persona, y esto, a la par de los diálogos, complementa todos los puntos de vista de la historia. La base es una boda, el encuentro entre varios personajes en esa boda, los diálogos y las reacciones de dichos personajes en la boda. Esto se entremezcla con lo que sucede antes, en otras fiestas, en otras reuniones, otros encuentros, los diálogos que se entablan y, sobre todo, lo que pasa después de la boda. El escritor David Miklos la llamará una novela de aprendizaje tardío, pues no se trata de una adolescencia en la que se devela el desarrollo de un carácter. Sino de una revisitación de la soledad y la manera en que reacciona a partir de huecos emocionales.