Nueva York, 1924. Peter y Patricia son el perfecto ejemplo del matrimonio moderno. Ambos fuman, beben y trabajan. En cuanto al sexo con terceros, creen firmemente en la «política de la honestidad»… hasta que él deja de creer. De pronto, Patricia se ve obligada a labrarse una nueva vida como soltera. Un tipo de soltera muy particular: la divorciada. Redactora de anuncios de moda en unos grandes almacenes, Patricia tratará de conciliar las dos facetas de una mujer liberada: trabajadora diligente de día, joven hedonista y sofisticada de noche. Pero la frivolidad de la vida mundana, la nostalgia por un ideal irrecuperable del amor eterno y los romances fallidos con hombres poco disponibles le hacen sospechar que «la libertad para las mujeres resultó ser el mayor regalo que Dios les hizo a los hombres».
Escrita poco después del amargo divorcio de su autora, esta novela fue un auténtico succès de scandale y vendió más de cien mil ejemplares cuando se publicó anónimamente en 1929. Lejos de ser un canto desenfadado a la emancipación femenina, es un retrato irónico y feroz de los desafíos que conllevaba ser una mujer libre en una época en que, pese a los vientos de cambio, los hombres seguían teniendo mando en plaza.