Es necesario inundar nuestra vida de gratitud. Dar gracias por lo que nos alegra y por lo que nos disgusta, por lo que entendemos y por lo que no entendemos, por lo que nos beneficia y por lo que a nuestro parecer nos perjudica, por lo que valoramos como importante y por lo que nos parece insignificante; todo ello forma parte de la misma «entrega» que nos concede la vida.