Tanta energía puesta en definirse, el problema del ser y de hablar de sí mismo, envidiable que su propia vida le despertara tantas ganas. Así y todo, era el único hombre que le preguntaba algo. Ana le contó de yoga, de su jefe, de la plata, pero nunca mencionó la noche y mucho menos a Walter y los ángeles; pensó que así se hacía crecer un mundo interior