La Recherche no está construida ni como una catedral ni como un vestido, sino como una tela. El narrador-araña, cuya tela es la propia Recherche haciéndose, tejiéndose con cada hilo movido por determinado signo: la tela y la araña, la tela y el cuerpo son una y la misma máquina. Aunque dotado de una sensibilidad extrema y de una memoria prodigiosa, el narrador no tiene órganos, en la medida en que está privado de cualquier uso voluntario y organizado de sus facultades. En cambio, una facultad se ejerce en él cuando está obligada y forzada a hacerlo; y el órgano correspondiente se posa en él, pero como un esbozo intensivo despertado por las ondas que provocan su uso involuntario. Sensibilidad involuntaria, memoria involuntaria, pensamiento involuntario que son cada vez como las reacciones globales intensas del cuerpo sin órganos a signos de una u otra naturaleza. Este cuerpo-tela-araña se agita para entreabrir o cerrar cada una de las pequeñas cajas que tropiezan con un hilo pegajoso de la Recherche. Extraña plasticidad del narrador. Este cuerpo-araña del narrador, el espía, el policía, el celoso, el que interpreta y el que reivindica –el loco– es el esquizofrénico universal que tenderá un hilo hacia Charlus el paranoico y otro hilo hacia Albertine la erotómana para convertirlos en las marionetas de su propio delirio, en otras tantas potencias intensivas de su cuerpo sin órganos, en otros tantos perfiles de su locura