Joleen asume con un cierto orgullo el encargo que le hace su jefe para esta Nochebuena que comienza en La Cueva de la Lujuria.
Ha sido la elegida para pasar la noche y satisfacer a un cliente “especial”, no solo porque no es un asiduo, sino porque es un gran amigo de su jefe, un hombre que se ha convertido en un amigo y por quien siente cariño y afecto.
Cuando ve llegar a su invitado de honor, el Sr. Harrison, un acaudalado y culto caballero ya entrado en años que parece recién salido de una película del Oeste, siente cierta ternura y un poco de lástima.
Joleen no se puede imaginar la agradable sorpresa que va a recibir, tanto en el dormitorio como fuera de él, y cómo su vida cambiará tras esta Nochebuena.
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–¿Le duele, Sr. Harrison? –preguntó inocentemente.
–Hmm … un poco, ha pasado mucho tiempo desde que…
Él cerró los ojos y ella le lavó cuidadosamente. Su respiración era ahogada, y a ella le ardía entre las piernas cuando se dio cuenta de que él se había endurecido.
–Ven conmigo, Joleen.
