Se miraron por varios minutos. La niña pérdida y el hombre triste, aquella que necesitaba protección y aquel que necesitaba algo que proteger, una razón para continuar. Dos corazones rotos estaban a punto de curarse, dos criaturas heridas y atemorizadas encontraban refugio uno en el otro.
La muerte observó la escena un rato antes de consultar nuevamente su reloj. Ya era tarde, y ya había perdonado dos vidas...