Todos los grandes árboles de grueso tronco, tilos, olmos, hayas, chopos, plátanos, castaños, pinos, abetos, alerces, cedros, cipreses, robles, encinas y hasta palmeras y eucaliptos, hechos plantar a cientos por Josette Artom durante los dos últimos años de guerra, fueron talados para hacer leña y el terreno ha vuelto a ser, desde hace ya mucho, lo mismo que era cuando Moisè Finzi-Contini se lo compró a los mar