»¿Es siempre débil la extrema bondad? ¿Solo es posible ser bueno en ausencia de poder? La tempestad nos plantea estas preguntas. Hay por supuesto otra clase de fuerza, que es la de la bondad para resistirse al mal; una fuerza que el público de Shakespeare debió de entender muy bien, pero que no está muy presente en La tempestad. Gonzalo no tiene que decir no a un postre pecaminoso, porque nunca se lo ofrecen.