DOS AUTOS
Dos autos se detuvieron uno junto al otro frente a un semáforo, un modelo viejo y uno nuevo. El nuevo miró al viejo con asombro. Sus ojos rara vez habían visto este tipo de auto, que ya casi no existía.
“Te compadezco —le dijo—. Fuiste hecho por una mano primitiva sin el toque creativo, científico, sin el poder de la invención... Mírame, soy un milagro en movimiento.”
Sintiéndose insultado, el viejo auto le dijo: “Tal vez disfrutes los beneficios de la tecnología en tu interior, pero tu cuerpo es débil y frágil y no puede soportar ni el más ligero de los choques. Mi cuerpo fuerte tiene el poder de tolerar cualquier impacto”. Avanzando, dijo con voz grave: “Eres como un humano moderno: un cuerpo débil y una vida interior muy complicada llena de complejos y negatividad y malas inclinaciones. Yo, soy como un humano premoderno, poseedor de un alma pura y simple, viviendo en el corazón de la naturaleza y comiendo de su bondad. Los humanos en esos tiempos tenían una constitución que podía resistir cualquier enfermedad”.
El auto nuevo ni siquiera escuchó la última oración. Tan pronto como vio la luz verde, partió lo más rápido posible y dejó atrás a su viejo colega, quien se esforzaba por mantenerse a la par con los modelos más nuevos.