El tema principal desarrollado en El malestar de la cultura es la contradicción permanente entre determinados impulsos y las restricciones que impone la cultura.
En este contexto, el despliegue y la satisfacción de las pulsiones sexuales y agresivas se convierten en sentimientos de culpa, bajo los parámetros de lo no permitido. De esta manera se genera en los individuos, insatisfacción y sufrimiento y por tanto, un “malestar” que no se termina.
Creo que es el escrito más tirado a la sociología, que escribió Freud. Antes recomiendo leer Tótem y Tabú. Se puede prescindir de él, pero hay cosas que se tejen de forma más sólidas cuando teniendo en cuenta ese libro previo.
Michelleshared an impression5 years ago
💡Learnt A Lot
Quotes
Anahas quoted6 hours ago
No podemos por menos de suspirar desconsolados al advertir cómo a ciertos hombres les es dado hacer surgir del torbellino de sus propios sentimientos, sin esfuerzo alguno, los más profundos conocimientos, mientras que nosotros para alcanzarlos debemos abrirnos paso a través de torturantes vacilaciones e inciertos tanteos.
Anahas quoted6 hours ago
Efectivamente, no es decisivo si hemos matado al padre o si nos abstuvimos del hecho: en ambos casos nos sentiremos por fuerza culpables, dado que este sentimiento de culpabilidad es la expresión del conflicto de ambivalencia, de la eterna lucha entre el Eros y el instinto de destrucción o de muerte.
Anahas quoted6 hours ago
Efectivamente, creo que cumplirá nuestras esperanzas. Este remordimiento fue el resultado de la primitivísima ambivalencia afectiva frente al padre, pues los hijos lo odiaban, pero también lo amaban; una vez satisfecho el odio mediante la agresión, el amor volvió a surgir en el remordimiento consecutivo al hecho, erigiendo el super-yo por identificación con el padre, dotándolo del poderío de éste, como si con ello quisiera castigar la agresión que se le hiciera sufrir, y estableciendo finalmente las restricciones destinadas a prevenir la repetición del crimen. Y como la tendencia agresiva contra el padre volvió a agitarse en cada generación sucesiva, también se mantuvo el sentimiento de culpabilidad, fortaleciéndose de nuevo con cada una de las agresiones contenidas y transferidas al super-yo.