–Pues bien, su esposa ha sido el error. Su esposa es una persona excepcional. Yo nunca había conocido a nadie como ella en toda mi vida. Yo… Yo… -De improviso, la voz de Magnífico se quebró. Se recuperó con dificultad; había algo sombrío en él cuando prosiguió-: Sintió simpatía por mí sin que yo tuviera que manipular sus emociones. No le repugné ni la divertí. Sintió afecto. ¡Le fui simpático! ¿No lo comprenden? ¿No ven lo que esto significó para mí? Anteriormente, nadie, jamás… En fin, yo… lo aprecié grandemente. Mis propias emociones me traicionaron, aunque era dueño de las de los demás. Permanecí alejado de su mente; no la manipulé. Apreciaba demasiado su sentimiento natural. Fue mi error…, el primero.