«Si no fuera por ese Eros del conocimiento, Cemí, usted, yo y el mismo Licario, seríamos una mueca grotesca de enajenación. Si no fuera por ese Eros del conocimiento que es la sombra de la poesía, de nuevo un organismo viviente que viene a dormir a la sombra de un árbol, seríamos locos y no mitos para ser cantados por los efímeros venideros.» Publicada póstumamente en 1977, Oppiano Licario es la continuación de la novela Paradiso (1966). Oppiano Licario, mentor y guía espiritual de José Cemí, ha muerto, pero su imagen sigue palpitando a modo de una presencia en el personaje de su hija, Ynaca Eco, y en las reflexiones y conductas de Cemí y Fronesis. Licario, además, ha dejado un manuscrito, la Súmula, nunca infusa, de excepciones morfológicas, que se pierde durante un huracán —en uno de los pasajes más memorables del libro—, y Cemí le encomienda a Fronesis la reconstrucción del texto, reducido tan solo a las páginas de un poema. La novela Oppiano Licario quedó inconclusa, pero a pesar de eso el autor logró regresar a las ideas ya presentadas en Paradiso y ahondar en ellas, como el significado de la imagen como sustituta de lo perdido, la poesía como posibilidad de recrear el mundo y la búsqueda iniciática de un conocimiento trascendente, impulsada por el «eros del conocimiento», que haga posible restaurar el nexo entre lo telúrico y lo estelar. Oppiano Licario prolonga y culmina los temas presentados en Paradiso, para cerrar brillantemente uno de los más grandes ciclos narrativos de la literatura cubana.