¿Qué hace que una obra dramática sea buena?
¿Cómo se relaciona una obra dramática con la vida cotidiana?
Para David Mamet, uno de los ideólogos contemporáneos más carismáticos y comprometidos con la creación artística, el teatro con mayúsculas satisface la necesidad humana de ordenar el mundo. Una buena obra dramática lleva al protagonista a invocar frente al público, en el escenario y a través de propio personaje, la fuerza para continuar en la lucha por existir. El autor considera inherente a la naturaleza humana la necesidad de dramatizarlo todo: “Nuestra comprensión de la vida, nuestro propio drama se resume en tres partes: Había una vez… Pasaron los años… Y un día”.
Los ensayos contenidos en Los tres usos del cuchillo actúan como un elocuente recordatorio de que las vidas privadas se componen de pequeñas escenas de tragedia y comedia que sólo tienen sentido como parte de una obra dramática que es la propia biografía en su conjunto.
Lleno de toques autobiográficos, David Mamet proporciona en este libro las claves para detectar el teatro tramposo y autocomplaciente que defiende la sociedad mediática occidental. En su conjunto, Los tres usos del cuchillo es una llamada al arte y a las armas, un manifiesto que nos recuerda el poder singular de la obra dramática para mantenernos sanos, cuerdos y humanos.