Los sensibles —escribe la doctora Shafica Karagulla— describen a los zapadores como individuos que tienen campos cerrados de energía y, en algunos casos, pueden ser totalmente inconscientes de la energía que traspasan a los demás. Simplemente, se sienten mejor en compañía de gente más vital. Cualquiera que viva cerca de un zapador durante un tiempo empezará a sentirse desesperadamente exhausto por razones que no alcanzará a comprender, lo cual, seguramente, lo desconcertará y confundirá en extremo. Al final, el profundo instinto de autoconservación produce en la víctima un irresistible deseo de escapar del zapador,