Clive Staples Lewis (1989–1963) más conocido como C.S. Lewis, es uno de los escritores más conocidos y más leídos del siglo XX. Sus «Crónicas de Narnia», traducidas a más de 30 idiomas y con millones de ejemplares vendidos, han sido lectura favorita de varias generaciones, y adaptadas al cine por Disney, han deleitado y fascinado recientemente a millones personas. Y la obra cumbre del cineasta Richard Attenborough, “Tierras de penumbra”, que narra la emotiva relación de Lewis con su esposa, la también escritora Joy Gresham que murió de cáncer a los 45 años, arrancó abundantes lágrimas a numerosos espectadores. No es tan conocido, sin embargo, el hecho de que el polifacético C.S. Lewis, erudito académico, profesor de literatura medieval y renacentista, crítico literario, locutor de radio, escritor y ensayista, fue también uno de los más grandes pensadores y apologistas cristianos de su época. Y que a pesar de que ser ateo en su juventud y declararse “muy molesto con Dios por no existir”, después que de su conversión a los treinta años por influencia de J. R. R. Tolkien y G. K. Chesterton, su libro «Cristianismo…¡y nada más!” (o «Mero Cristianismo) adaptado de una serie de charlas radiofónicas en la BBC, se convirtió en un clásico de la apologética cristiana.