Evita el pescado de gran tamaño, ya que suele acumular mucho mercurio, y elimina por completo de la dieta el marisco y los moluscos. Si se comen en alguna ocasión, es recomendable aumentar el consumo de antioxidantes, sobre todo de selenio y ácido alfalipoico, para eliminar el mercurio y ayudar al hígado a limpiar las toxinas. Acompaña los platos de pescado con mucho ajo crudo.
Reduce la toma diaria de proteínas a un mínimo de entre 20 y 30 g y un máximo de 45 (la necesidad proteica recomendada). El abuso de proteínas, sobre todo de origen animal, aumenta la necesidad de varios nutrientes, especialmente de calcio.
Evita la leche, con la excepción de yogur, kéfir, requesón, quesos frescos artesanales, y mantequilla y nata en menor cantidad. En estos productos lácteos muchos de los efectos negativos de la leche desaparecen casi por completo. Son una fuente excelente de