Se oyen voces. Como si cada relato fuera una antena sensible que captara ondas intermitentes. Quien escucha es demandado por la masa líquida, aérea que subyace o sobrevuela los sucesos. Se perciben el deseo, la locura, el desconcierto, la soledad, evocados por ese coro de voces híbridas.
La escritura de “Los impuros” conjura las certezas, alejándose de una potencia narrativa que obturaría la posibilidad de existir de estos personajes, que viven en sus discursos porosos. Leerlos, como cuando se contempla una acuarela, nos hace pensar en cómo esos trazos delicados y tenues transparentan escenas perturbadoras que nos han atraído hacia el núcleo turbulento de lo real.
Carina Radilov Chirov