Estoy cansada de pusilanimidad,
su tener que ser excepcionales
para hacer lo que cualquier mujer
hace en el transcurso de las cosas.
Estoy cansada de mujeres rebajadas a la mitad de nuestra altura
para sacar la veta esencial a la luz,
cansada del desperdicio de lo que ponemos
a tan alto precio, con tal entusiasmo, a la vista
(pues ¿qué será de aquello que la minera sondea
y talla dolorida del cuerpo de la montaña?)