La mitad de la población mundial vive con menos de dos dólares al día. La mayoría de las personas que integran esa mitad son mujeres. La pobreza se ha convertido en un tema femenino, y la búsqueda de una existencia mejor supone para millones de mujeres una vida muy lejos de casa, a menudo lejos de sus hijos, ya sea cuidando de los de otras a cambio de una remuneración, o bien como limpiadora, camarera, peón de fábrica, trabajadora agrícola, trabajadora sexual, o lo que sea, dentro de la economía mundial sumergida.
Países increíblemente ricos limitan con países extremadamente pobres; y, dentro tanto de unos como de otros, las personas inmensamente ricas viven a pocas manzanas de las que se hallan sumidas en la pobreza extrema. La economía mundial ha reunido a la mujer occidental con sus hermanas menos privilegiadas del Sur y de Oriente. Hoy en día, a menudo viven bajo el mismo techo, pero no en el mismo mundo. Se reúnen en calidad de empleadora y trabajadora. Señoras y criadas.