En este libro se presenta una reflexión en torno al papel de la fotografía en la migración. Las bases de la propuesta que hace el autor se funda mentan en una experiencia migratoria que transcurre entre México y Estados Unidos, de la que devienen las voces de las personas, los recuerdos de los irremplazables, la memoria y los argumentos indefectibles de quienes viven en primera persona la experiencia migratoria; singularidad sustancial en la vastedad de un objeto histórico y social de la magnitud y complejidad de las migraciones humanas.
La fotografía en la migración es parte de la vida vivida y no del azar, es origen de la palabra y no imagen que la sustituye. La fotografía crea vínculos inseparables de lo vivido, da lugar a secuencias que se vuelven compañía, alimentan recuerdos, mantienen afectos y reavivan memorias. La fotografía es más que un instante de vida fijado en una superficie fotosensible que deviene en registro o en arte.
En la experiencia migratoria, la fotografía da lugar a la mirada y a la memoria, dota de sentido a esa experiencia que es clave en la construcción de la identidad de los que se van y los que se quedan, crea y restaura vínculos, da origen a representaciones y auto-representaciones desde lo vivido, lo anhelado, lo perdido… lo imposible. En las migraciones humanas no todo está por verse y no todo está a la vista. Así, la fotografía en la migración da origen a la palabra, no la sustituye; crea campos de reflejos luminosos que dan espacio y sentido al resplandor de la memoria.