Cuando hablamos de un humano resiliente no podemos hablar de un ser que se quedó estático, justo como la definición misma de resiliencia. Hablaríamos de un sujeto cambiante y que constantemente presenta cambios a conciencia con la idea de prevalecer, lo que en la naturaleza sería el vivir o morir (fight or fly). Uno de los mejores ejemplos de este dinamismo surge en la interacción del ser vivo y su entorno, en concreto a nivel social, pues es en los grupos sociales humanos donde la adaptación es forzada a generarse por las presiones de la competencia entre agrupaciones que benefician a los individuos mejores adaptados, ya sea para proteger al grupo, o bien para prevalecer al enfrentar a otros individuos más débiles; de esta forma se prueba su nivel de adaptación por medio de competencias adaptativas (