El presidente Harry Truman actuó como comadrona en el nacimiento del nuevo estado de Israel y desde entonces ha contado con el reconocimiento de los judíos. Es probable que su actuación estuviera motivada por intereses puramente domésticos, sin embargo, esto no le impidió dejar por escrito, en su diario, que «los judíos no tienen sentido de la proporcionalidad en cuestiones mundiales», y en una carta a Eleanor afirmó que «los Judíos son como todos los perdedores. Una vez en la cima son tan intolerantes y crueles como lo fueron con ellos cuando estaban abajo.
Estas palabras serían consideradas hoy en día como antisemitas, pero en aquellos momentos reflejaban una opinión generalizada en todo el mundo. Cuando las leí recordé los comentarios de un embajador occidental en una conversación en Tel Aviv hace muchos años: «Pobres judíos; nadie les quiere. Me pregunto por qué será". No encontró respuesta alguna y era obvio que no la esperaba, pero como profesional de las relaciones públicas, con casi cincuenta años de experiencia a mis espaldas, he estado dándole vueltas desde entonces al problema de imagen de los judíos.