En el corazón albergamos un dolor, un recuerdo desgarrador de ese tiempo en el que estábamos tan estrechamente abrazados a la vida, en el que temíamos perderla, pero ese tiempo nos parece ahora lejanísimo, nos hemos convertido en otra cosa, nos hemos quedado pasmados, agotados, apagados, despojados de todo excepto del dolor, y por eso el tiempo del miedo nos parece un tiempo privilegiado, feliz, el miedo era hermoso, latía, bullía y rugía en nuestra sangre, en nuestro cuerpo ahora afligido, gélido y vagabundo, acurrucado contra un muro e inapetente.