Es la historia de esos hombres y mujeres que no han figurado en la historia oficial y que se han debatido a su manera entre hacer o no parte de la guerra. No hay héroes en esta novela. Son hombres y mujeres con sus pequeños gestos que hacen que todo el horror de la guerra se pueda palpar con las manos. Son soldados, prostitutas, guerrilleros o curas: histriones de un gran teatro en el que, al final, todos pierden. Javier Correa Correa, periodista y escritor desde hace treinta años, ha tenido siempre esa obsesión por saber qué pasa con las historias mínimas. Cuando hablamos de mínimas, nos referimos a nuestra existencia como una brizna apenas percibida en la inmensa humanidad. Si bien es cierto que La mujer de los condenados está inscrita en un momento histórico de Colombia –la insurrección guerrillera de Guadalupe y sus centauros en los años cincuenta–, eso no es lo definitivo en la novela, como tampoco lo es la muerte.