Diez mil veces más letal que el cianuro, la tetrodotoxina ocasiona que, alrededor de media hora después de ser ingerida, la víctima sufra una parálisis motora (en términos menos médicos: que se quede petrificada), pero con plena consciencia de lo que está ocurriendo. En el lapso de unas horas sobreviene la muerte por sofocación o ataque cardíaco. La mala noticia es que no hay antídoto alguno para ella. La buena noticia es que, si el paciente logra sobrevivir más de veinticuatro horas, por lo general se recupera sin mayores complicaciones.