Otro ejemplo: desde 1945 no dejamos de recordarnos, en Europa, el holocausto judío. Algunas voces se alzaron para recordar el del pueblo gitano o el armenio, pero ¿nos importó lo más mínimo el de los pueblos de Namibia, los de Kenia, o el exterminio del pueblo Ogoni (2006) en Nigeria? ¿Llegamos a saberlo? Y si lo supimos, ¿nos indignamos? Será cosa de la vista, dicen: ya se sabe, el corazón parece que necesita ver. Y bien es cierto que esto no se mostró, no lo vimos. Pero ¿nos hubiese afectado, de haberlo visto? ¿Nos hubiésemos sentido concernidos?