El sentimiento de culpa, la dureza del superyó, es, pues, lo mismo que la severidad de la conciencia; es la percepción deparada al yo de que este es vigilado de tal modo; es la apreciación de la tensión entre sus afanes y las exigencias del superyó; finalmente, la angustia subyacente a toda la relación, frente a esta instancia crítica, es decir, la necesidad de castigo, es una exteriorización instintiva del yo, el cual, bajo el influjo del sádico superyó, se ha vuelto masoquista, esto es, emplea para la vinculación con el superyó una parte del instinto de destrucción interna que existe en él.