No puedo dejar de pensar en Un verdor terrible desde que lo leí hace once meses. Ahora, me temo, tampoco podré sacarme de la mente estos dos textos de Labatut, sobre todo el segundo: La cura de la locura. Intento asimilar lo que acabo de leer, y sólo puedo decir que hay que leer a Labatut.
Explosiva, enigmática y profunda.
La reparación es tan grande, y los daños son tantos que termina por atomizar el propósito ulterior de la protesta, encubriendo la opresión mediante el caos de las víctimas.