«Otra vez el diario, qué triste tener que retomar los viejos hábitos, abandonados cuando me casé. Solía escribir cuando me sentía mal; supongo que ahora lo hago por idéntico motivo.» Así reinicia sus Diarios Sofia Andréievna a las pocas semanas de su boda con Lev N. Tolstói. Éste, que a los diecinueve años había heredado la hacienda de Yásnaia Poliana y se había convertido en propietario de 4000 hectáreas y de 330 siervos, había llevado hasta entonces una vida aristocrática de disipación y aventura: había jugado, bebido, frecuentado los burdeles moscovitas y hasta tenido un hijo natural con una sierva; había combatido en la guerra de Crimea y tenía ya fama como escritor. Ahora, con treinta y cuatro años, creía llegada la hora de fundar una familia. Un amigo le diría unos años más tarde a Sofia que era «la mujer ideal de un escritor», es decir, una «niñera del talento». Pero entregarse a esta tarea exigía una lealtad y un sacrificio a veces cercanos a la autoanulación.
Esta selección de los Diarios de una mujer extraordinaria, resentida, celosa, pero siempre tenaz e insobornable en su amor, cubre lo más relevante de su vida conyugal hasta los días finales de la muerte de Tolstói y el triunfo de la Revolución soviética.