Decidí que Orion Lake debía morir cuando me salvó la vida por segunda vez. Todo el mundo adora a Orion Lake. Todos los demás, quiero decir. Por mí puede meterse su rimbombante magia combativa por donde le quepa. No pienso unirme a su grupo de fervientes seguidores. A diferencia del resto, yo no necesito la ayuda de nadie para sobrevivir a la Escolomancia. Olvídate de las horas de monstruos y de los artefactos malditos: lo más probable es que no haya nada más peligroso en este colegio que yo. En cuanto te descuides, destruiré montañas, aniquilaré a millones de personas y me convertiré en la siniestra reina del mundo. Al menos, eso es lo que todos esperan que haga. A la mayoría de los estudiantes les encantaría que Orion acabara conmigo igual que si fuera otra de las diabólicas criaturas que salen de los desagües. A veces pienso que quieren que me convierta en la bruja maléfica que creen que soy. El colegio, desde luego, lo está deseando. Pero no voy a darle a la Escolomancia lo que quiere. Ni tampoco a Orion Lake. Tal vez nadie me considere la heroína perfecta, pero pienso salir de aquí con vida. Y sin provocar una masacre. Aunque sí estoy planteándome seriamente cargarme a cierta persona.