Vuestra inteligencia elevada y pura es como esas nieves que coronan las cimas de los Alpes. Dominando la tierra, permanecen serenas y vírgenes en su intachable blancura, y sólo ven la nube que pasa besándolas humildemente, el sol que las acaricia con sus primeros rayos, la luna que refleja en ellas su mirada melancólica, y el cielo que las cubre amoroso con su manto azul. Hasta ellas no llega el polvo de los valles, ni la espuma impura de los torrentes, ni los rojos fulgores del incendio, ni los rugidos de las fieras, ni los clamores desesperados de las víctimas humanas.