Arthur Koestler fue comunista y puso al servicio de la causa todo el idealismo de su juventud. Deslumbrado por el nuevo orden revolucionario, se dio a la tarea de militar, en su patria húngara, en ese ejército político que tenía por misión transformar de arriba abajo la estructura de la sociedad burguesa.Pero las terribles purgas con que Stalin se afianzó brutalmente en el poder durante los años treinta, de las que fueron víctimas tanto dirigentes de la vieja guardia leninista como compañeros del propio Koestler, produjeron en él una profunda conmoción. Bajo el signo de su desilusión angustiada habría de escribir este libro que lo haría mundialmente célebre.Considerar El cero y el infinito como simple alegato anticomunista sería tergiversar por completo su sentido. En torno al caso Rubashov se manifiesta un símbolo, una reflexión y un testimonio de fuerza tremenda, a través de los cuales es posible comprender el fenómeno del comunismo, que marcó a fuego la historia del siglo veinte.