Con el devenir consciente de la conciencia “entramos ahora, pues, en el reino propio de la verdad [sind wir also nun in das einheimische Reich der Wahrheit]”. En ese momento se alcanza una correspondencia completa entre sujeto y objeto, concepto y objeto: “Yo es el contenido de la relación y el relacionar mismo; es él mismo contra otro y sobrepasa al mismo tiempo a este otro, que para él es también sólo él mismo [Ich ist der Inhalt der Beziehung, und das Beziehen selbst; es ist es selbst gegen ein anderes, und greift zugleich über dies andre über, das für es ebenso nur es selbst ist]”. Por medio del momento del deseo [Begierde] el Yo se relaciona con la vida. Él realiza, sin embargo, la experiencia de que su satisfacción se alcanza solamente en otra autoconciencia. Así, al estar ahí una conciencia para otra, está “dado ya para nosotros el concepto del espíritu [schon der Begriff des Geistes für uns vorhanden]”. El espíritu es, por tanto, esencialmente intersubjetividad cuya estructura se determina por medio de las diversas actitudes de la autoconciencia con relación a su objeto —esto es, a la vida—, sobre las cuales puede reflexionar la conciencia que ha devenido consciente de sí misma. Es por ello determinante para la exposición siguiente de ciertas estructuras y actitudes fundamentales de la autoconciencia (dialéctica del señor y el siervo, estoicismo, escepticismo, conciencia infeliz) la correspondiente proximidad o distancia de la autoconciencia respecto de la vida. El siervo se ha decidido por la vida, retirado de la lucha entre la vida y la muerte, y sometido a la otra autoconciencia para la que ahora trabaja. En el trabajo se emancipa, adquiere mediante él la autosuficiencia [Selbständigkeit] efectivamente real de desligarse de los objetos que serán trabajados y, de ese modo, de encontrar una distancia en relación con la vida. De acuerdo con Hegel, este distanciamiento tiene lugar de modo radical en la actitud estoica, aunque en ella sea claro que la verdadera esencia de la autoconciencia reside en el pensamiento. El pensamiento no puede ser, sin embargo, algo abstracto que vea por encima de la determinidad concreta del objeto; él tiene que continuar guiando más bien de modo productivo más allá de la reconfiguración del mundo de los objetos que tiene lugar en el trabajo, de manera que la negación del objeto en el trabajo se convierta en nega