En Las hijas de Tomás Ondó y Teresa García, se explicita el compromiso de la autora con la mujer y en contra de atavismos y ataduras que la subyugan.
El padre, Tomás, un médico adinerado de origen ecuatoguineano, se carga de intenso fanatismo e intransigencia que proyecta en su prole. Un paranoico que se encarna en el Santo Tomás de Aquino más alejado de Aristóteles y recreado a su servicio. Su madre, Teresa, una española asentada en Guinea Ecuatorial que se sumerge hasta la destrucción en las religiones animistas del lugar autoformando un sincretismo ad usum propio.
La autora, Guillermina Mekuy, en este ambiente lleva al lector entre la reflexión y la información. Entre los dislates dramáticos de unos padres subyugados por la religión que les abrasa y domina y que tratan de imponer a sus tres hijas hasta las últimas consecuencias: la esclavitud, la renuncia a vivir, a serse.
Tras este cuadro, la autora, con habilidad e intensidad, con dominio literario y pulso narrativo, logra conducir e introducir al lector en una tarea lectora plena de inquietud y arrebato hasta el desenlace. Estamos ante un gran relato, ejecutado con maestría y que atrapa al lector entre conflictos religiosos, culturales, familiares e individuales. Un relato con metástasis y mestizajes, pleno de sentimientos y elucubrador de los hondones humanos, capaz de alcanzar los ínferos. Y en esta tarea con osadía y destreza, se itera, nos adentra la autora para ensalzar la libertad, para condenar las cadenas.