Cuando una frambuesa cuelga en su rama, en el bosque, es redonda y roja; tiene su propia forma y color. Pero cuando alguien la coge y la echa en una cesta, entre cientos más, forma parte del montón, desaparece. La niña, tropezando en el pavimento de la ciudad y saludando a los desconocidos, se sentía como la frambuesa en la cesta.