Jake Reynolds es un ladrón de arte. Un maestro del arte capaz de crear una réplica exacta de cualquier lienzo famoso, con todo lujo de detalles. Tan preciso y elegante es su trabajo que aún hoy, colgadas en las paredes de los más prestigiosos museos y galerías de arte de todo el mundo, se encuentran algunas de sus geniales recreaciones.
Es principios del siglo XX, y este brillante criminal está destinado a codearse con famosos e infames. De Churchill a Mengele, de los hermanos Wright a Picasso. De un modo u otro, los conocería a todos.
Pero para ser un hombre afortunado y audaz, Jake está plagado de una desafortunada y incapacitante debilidad. Cada vez que tropieza con el cadáver de una víctima de asesinato, un peculiar sentimiento de indignación se apodera de él. Aunque él mismo es un criminal, algo en su interior se rebela ante la idea de que un asesino salga impune tras cometer un crimen tan atroz.
Obligado por ello, Jake está decidido a encontrar a cualquier asesino que se cruce en su camino y llevarlo ante la justicia. Y cuando lo hacen, Jake no tiene elección. La caza ha comenzado. ¿Quién dijo que el destino sonreía a los desafortunados?