Los ejércitos alemanes serían derrotados a las puertas de Moscú. La recuperación soviética tras las enormes derrotas del verano y el otoño de 1941 es una de las hazañas más espectaculares de la historia. Extraordinaria recuperación porque la misma se produjo tras la pérdida, en diciembre de 1941, de cuatro millones de soldados soviéticos, 8.000 aviones y 17.000 tanques, es decir, el equivalente a todo el potencial soviético en junio de 1941.
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Extraordinaria también porque la urss había perdido a manos del ejército invasor más de la mitad del acero y del carbón, y la totalidad del llamado «granero de Rusia», las fértiles tierras de Ucrania, donde se producía el grueso de la alimentación para las ciudades soviéticas. El desastre fue de tales dimensiones que hoy sabemos, gracias a la reciente apertura de los archivos soviéticos, que Stalin estuvo a punto de pedir la paz en octubre de 1941. Fue disuadido por el patriotismo que demostró el pueblo soviético mientras trasladaba las industrias amenazadas más allá de los Urales, a salvo del alcance alemán, y destruía todo cuanto dejaba atrás. Los invasores que avanzaban a una velocidad sin precedentes experimentaban una gran perplejidad a medida que observaban con incredulidad, desprecio y miedo la ferocidad con la que luchaba el enemigo comunista.