La crítica señala a Inés Arredondo como una escritora excepcional por su abordaje de lo perverso, lo siniestro, lo grotesco y lo monstruoso de la mano de una escritura sugerente y certera, urdida con perfección. Detrás de todos estos calificativos pulsa algo que sus lectores no alcanzan a nombrar. Acaso tampoco la propia autora, pero sí a sugerir, a señalar lo innominado, lo innombrable. El deseo detrás de la prohibición del tabú. El horror por la fascinación que sus límites borrosos nos provocan. Esa conciencia liminal y transgresora de la escritura se halla presente de manera cardinal en los cuentos «Estío» y “Las mariposas nocturnas”, que aquí se recogen. Estamos ante cuentos magistralmente urdidos, donde nada sobra ni falta, donde se dice tanto por lo que se calla, donde lo que se vela por innombrable es al mismo tiempo revelación inefable.