«No hay rendición alguna, jamás, ante un universo terrible al que no se puede vencer….
Si bien en algunos relatos queda espacio para cierta esperanza, esta queda en suspenso, sin concretar, solo como una posibilidad….
No hay esperanza de diálogo. No existen éticas a las que apelar. En los relatos de Felicidad Martínez, si golpeas, te golpean. …
Es de esos cuentos en los que dices: «Qué guay. Me ha molado mucho», te acabas el vaso de whisky escocés y te metes una puta bala en la cabeza; a ser posible sin pistola: golpeándola con un martillo….
Una narradora que no solo domina multitud de registros y técnicas, que sabe dar naturalidad a los diálogos, que consigue transmitir estados extremos de implicación con el vacío del mundo, sino que sabe adaptar todo eso a un ritmo y unos conceptos específicos según lo va viendo necesario. En alguien tan joven y con tanta carrera por delante, nos encontramos con un camino ya alcanzado. Hay esperanza en saber que nos queda mucho que disfrutar de las historias de Felicidad.»
Del Prólogo de Fernando Ángel Moreno