ocasiones, se había emocionado, ya que algunos de los intérpretes que había identificado por fotografía, cuando esa lucha se había registrado, eran más jóvenes que nosotros, más pobres que nosotros, menos libres y menos escolarizados que nosotros. Unos niños. Y dijo que, al regresar a casa, había hecho el recorrido a pie, cansándose, fatigándose a propósito, para hacer un esfuerzo a la medida del merecimiento de la vida. Aquellos muchachos, sí, ellos habían merecido vivir porque habían sobrevivido. «Sólo se merece la vida si se sobrevive».