Sueño de una Noche de Verano

LISANDRO.- Demetrio, tenéis el amor de su padre. Dejadme el de Hermia. Casaos con él.

¿Y por qué se quedaría aquel a quien el amor llama a otra parte?

HIPÓLITA, reina de las Amazonas, prometida de Teseo.

HERMIA.- ¡Oh manantial de contradicciones y desgracias, el amor que sujeta al príncipe a los pies de la humilde pastora! LISANDRO.- Otras veces, está la desproporción en los años.

pero en la dicha terrena más vale la rosa arrancada del tallo que la que marchitándose sobre la espina virgen, crece, vive y muere solitaria.

no basta hablar, sino hablar con propiedad.

. El amor y la muda sencillez, a mi juicio, hablan más en menos palabras.

Tal es el poder alucinador de la imaginación, que le basta concebir una alegría, para crear algún ser que se la trae; o en la noche, si presume algún peligro, ¡con cuánta facilidad toma un matorral por un oso!

¡Inútil prisa cuando es la cobardía quien persigue y el valor el que huye!

Pero el amor puede transformar en belleza y dignidad cosas bajas y viles; porque no ve con los ojos sino con la mente, y por eso pintan ciego a Cupido el alado.